Las Flores de Bach que descubrió el médico galés Edward Bach son esencias extraídas de flores silvestres, las cuales actúan sobre los estados emocionales del ser humano, aliviándolo y ayudándolo en el proceso curativo que éste debe asumir para poder sanar.
Cada persona es única e irrepetible. Esta singularidad implica que el tratamiento floral adecuado no puede estar subordinado a recetas o a estadísticas. El mapa emocional que presenta cada paciente es completamente diferente a cualquier otro, lo que indica la necesidad de consultar con un especialista en el tema la prescripción de los remedios florales.
El efecto de las Flores de Bach no es tóxico y resulta inocuo químicamente hablando. Como las esencias son energía vibracional no son detectadas por instrumentos de medición mecánicos o biológicos. O sea, es imposible medir una emoción.
El individuo es una totalidad de la cual distinguimos energía física (biológica) y energía sutil (emotiva). Ambas están completamente relacionadas y ambas se afectan mutuamente.
Por ejemplo, es muy común en una persona asmática el sentimiento de sofocación afectiva, o tomando otro caso, es normal que una persona que le cuesta despegarse de las cosas o de los sentimientos sufra de estreñimiento. En los dos casos el plano emocional se manifiesta en el plano físico y viceversa.
Pues bien, suele suceder que la toma de un floral provoque distintas reacciones, como diarrea, llanto, alegría, erupciones cutáneas o cualquier somatización que esté relacionada con la historia del paciente. Esto no es general y ocurre en la minoría de las personas. Sin embargo, es conveniente saber que podemos presentar una reacción inesperada ante la ingesta de cualquier esencia y que, en tal situación, se debe consultar a un terapeuta floral.
Como señalamos anteriormente el efecto de cada una de las Flores de Bach varía, principalmente, de acuerdo a tres factores: al estado actual de la persona, a su historia y al contexto en la cual está inmersa.
El efecto no es tóxico, aunque se pueden manifestar reacciones, y se genera en beneficio del individuo, muchas veces sin que éste lo perciba y a un tiempo que resulta difícil de determinar.
Las Flores de Bach movilizan los canales de energía sutil, hecho que implica un cambio de conciencia en la persona, quien experimenta la realidad de una manera distinta y se da cuenta de la conducta que está provocando su malestar.
Ante el «descubrimiento» la persona posee la fuerza y la voluntad para abrir las puertas del alma y focalizar, en consecuencia, su energía interior para poder sanar.
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